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Lluvia



Ayer viernes, cuando me dirigía para mi casa en el autobús (como a eso de las 7 PM) comenzó a llover, todavía era la hora pico del trafico, por lo que tenía la esperanza que el bus tardara lo suficiente para que la lluvia terminara antes de llegar a mi parada, en el camino pude ver como en la calle las personas comenzaban a sacar sus paraguas o a correr como atletas consumados buscando donde refugiarse, algunos vendedores (los previsores) procedieron a cubrir con plástico sus mercaderías y a seguir con su venta.


Debido a que no andaba paraguas y a que la lluvia arreció, no tenía más remedio que buscar refugio tan pronto me bajara del autobús, es importante mencionar que cuando uno esta en medio de una lluvia torrencial, sin paraguas y de noche, no hay tiempo para ponerse selectivo con el lugar en donde uno va a pasar la lluvia, sino que se busca refugio en el techo más próximo, idealmente las paradas de autobús deberían ser la primera opción (asumiendo que tienen techo), sin embargo, en El Salvador, solo una parte de las paradas ofrecen protección contra la lluvia, y aun en ese caso, no pueden proteger a las personas cuando la lluvia es acompañada de ventarrones que la hacen golpear "de lado", esa noche, mi destino estaba justo en medio de una acera desprovista de parada de autobús.


Afortunadamente, a un par de pasos de donde me dejó el autobús había un techo, perteneciente a un negocio que ya había cerrado por la hora, así que, después de dar un pequeño salto para evitar un charco que se había hecho debido a que el tragante de la calle estaba tapado (cosa cada vez más usual en El Salvador) corrí a refugiarme ahí, al llegar, lo primero que pude notar es que no estaba solo, mi oasis seco ya estaba bastante lleno de otros peatones que también habían quedado atrapados bajo la lluvia. Eramos un grupo de personas atrapadas en aquel pequeño recinto hasta que terminara de llover, realmente no todos pueden ser como Fred Astaire y bailar bajo la lluvia.


Cuando uno esta esperando que pare de llover, se tiene en las manos un tiempo que debe ser utilizado de alguna forma, la primer (y principal) actividad para rellenarlo es analizar las condiciones meteorológicas para tratar de predecir cuanto tiempo se tendrá que esperar, pero sin importar el tipo y la profundidad del análisis realizado (algunos son verdaderos meteorólogos que deberían estar en televisión), la conclusión siempre será la misma: La lluvia escapa del control de los seres humanos; por lo que, para disminuir la tensión y no entrar en desesperación, habrá que buscar alguna otra actividad, si uno tiene suerte, y anda con algún amigo, se puede iniciar una conversación, caso contrario las opciones son muy pocas.


En mi caso particular, cuando me veo atrapado por la lluvia (pues no es la primera vez) me gusta observar los alrededores, para ver como otras personas luchan contra el clima (mal de muchos...), también me gusta escuchar las conversaciones de mis compañeros de infortunio, en El Salvador las conversaciones usualmente son del tipo: "...a que horas va a dejar de llover?" o "...te dije que trajeras la sombrilla", etc. Ocasionalmente uno puede ver un poco de "ingenio salvadoreño" para combatir la tormenta, ese día, en frente de donde me encontraba había una parada como la que describí al principio, techada pero al aire libre, lo que me llamó la atención fue que para resistir un poco mejor el viento lateral algunos de sus ocupantes se habían subido a los asientos mientras otros permanecían en la acera, dando la impresión de ser un grupo de náufragos a bordo de una balsa esperando ser rescatados.


Finalmente, cuando ya comenzaba a sentirme desesperado, se escucharon truenos (que según la sabiduría popular anuncian el final de una tormenta) y al poco tiempo empezó a disminuir la intensidad de la tormenta, de acuerdo a experiencias previas, no es conveniente esperar a que deje de llover por completo antes de reanudar el viaje porque a veces en lugar de parar, repentinamente, arrecia, y, básicamente, hay que esperar de forma indefinida hasta tener otra oportunidad, así que cuando la tormenta ya era sólo una lluvia ligera, reanudé mi viaje, cubriéndome en cada techo que me encontré en el camino, tres cuadras después llegue a mi casa, justo cuando ya mi ropa empezaba a ganar peso debido al agua que había ido acumulando. Después de secarme y cambiarme de ropa, reanudo mis actividades normales y mientras estoy asimilando toda mi odisea en el refugio anti-lluvia, me prometo a mi mismo que mañana sin falta me consigo un paraguas.

Nota:

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